

Se enciende la bOMBILLA
Noticias sobre la alergia alimentaria
http://www.elmundo.es/salud/2016/01/27/5696a058268e3e992b8b45fb.html
La alergia a los alimentos tiene su marca desde el nacimiento
Se ha analizado el cordón umbilical de 1.704 niñosDesde el principio, los pequeños tienen un patrón inmune
MARÍA VALERIO
Madrid. ACTUALIZADO 27/01/201601:18
Los niños con alergia a ciertos alimentos tienen ya desde el momento de nacer un cierto patrón inmune, como demuestra el análisis de sus células inmunológicas en el cordón umbilical llevado a cabo por investigadores australianos.
Como publican esta semana en el último número de la revista Science Traslational Medicine, las células inmunes de estos niños están hiperactivadas desde el mismo momento de nacer, un hallazgo que podría abrir la puerta a posibles tratamientos en el futuro.
Los investigadores Yuxia Zhang y Len Harrison, de las universidades de Guangzhou (China) y Melbourne (Australia) respectivamente, analizaron el cordón umbilical de más de 1.074 niños nacidos en el hospital australiano de Geelong, y posteriormente siguieron la evolución de estos mismos pequeños durante su primer año de vida.
Como explican los científicos, aquellos que desarrollaron alergia a alimentos como la leche, los cacahuetes, los huevos y otros alimentos, mostraban ya desde el momento de nacer un cierto patrón inmunológico, caracterizado por una hiperestimulación de algunas de las células de su sistema inmune.
Concretamente, explican, estos pequeños tenían mayor número de monocitos y menos células T (otra pieza clave del sistema defensivo del organismo). La sobreactivación de los monocitos (un tipo de glóbulos blancos), se tradujo en la liberación de un gran número de moléculas inflamatorias, como las citoquinas.
Como explica a EL MUNDO Yuxia Zhang, hasta ahora ya se sabía que los niños con alergia tenían un marcado perfil proinflamatorio en el momento del nacimiento, "pero nosotros hemos descrito cómo este fenómeno puede causar una reacción alérgica a través de las células T".
A pesar de que sugieren que contrarrestar esta cascada de inflamación con fármacos antiinflamatorios podría abrir una puerta al tratamiento de la alergia alimentaria en la infancia, los propios investigadores reconocen que no se sabe, por ahora, el mecanismo que gobierna este problema.
El doctor Luis Echeverría, coordinador del Grupo de Trabajo de Alergias Alimentarias de la Sociedad Española de Alergología (SEAIC), está de acuerdo en que no es la primera vez que se relaciona un estado muy inflamatorio con la aparición de sensibilidad a ciertos alimentos. Sin embargo, aunque se trata de una investigación muy básica, "con métodos experimentales de alto nivel", es importante en la medida en que abre la puerta a identificar marcadores de riesgo de alergias alimentarias. "Ya no sólo tratarlas con medicamentos que alteren las citoquinas [como sugieren los autores], sino intentar prevenirla precozmente, identificando a esos sujetos de riesgo desde el nacimiento".
El estudio (que analizó las células de cordón umbilical tanto en el momento de nacer como congeladas posteriormente) no analizó, por ejemplo, si este mecanismo era diferente en función del origen del niño, porque se sabe, por ejemplo, que crecer en un entorno rural o cerca de animales tiene un efecto positivo en la reducción de la incidencia de alergias.
Por eso, añade Zhang, el siguiente paso de los investigadores es examinar si los menores con alergias a alimentos "tienen un fenotipo sobrerreactivo en el momento de nacer tanto desde el punto de vista genético como medioambiental".
A juicio de Echevarría, sin embargo, las principales líneas de investigación en torno a la alergia a alimentos no van, sin embargo, por esta línea, sino por el papel que pueda tener una introducción precoz en la dieta de determinados alimentos muy alergénicos, como los cacahuetes o el huevo. "Algunos grandes estudios en esta línea, como uno reciente publicado en The Lancet, empiezan a cambiar las guías alimentarias, porque empezamos a ver que la introducción temprana de estos alimentos se asocia con una menor incidencia de alergias", concluye.
http://www.elmundo.es/salud/267/30N0125.html
Amenaza en la despensa
800.000 españoles sufren alergia alimentaria y no disponen de autoinyectables para las reacciones fatales
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MYRIAM LOPEZ BLANCO
En España, se consumen cada día unos 50 millones de kilos de alimentos y a lo largo de toda la vida se estima que pasan por el tubo digestivo de un individuo unas 100 toneladas de comida. Así, no es difícil entender que todos esos productos extraños al organismo acaben creando, tarde o temprano, algún síntoma desagradable. Ser alérgico a algún alimento es menos frecuente de lo que muchos piensan (un estudio desveló que sólo 4 de cada 24 personas que creían sufrir ese problema realmente eran alérgicos a la comida). Sin embargo la cantidad de afectados no es nada despreciable: en España, un 2% de la población adulta y un 7% de los niños en el primer año de vida es alérgica a algún producto.
Algunos de estos pacientes pueden reaccionar de forma fatal frente a ellos. Han de evitarlos para no arriesgar su vida y llevar en el bolsillo adrenalina autoinyectable por si se desencadena el choque anafiláctico. Sin embago, en España todavía no se comercializa este salvavidas y los afectados tienen que salir del país para conseguir las ampollas que pueden ahorrarles un buen susto tras ingerir un ingrediente equivocado en la comida.
Muchas personas confunden la alergia a los alimentos con la intolerancia a los mismos (o falsa alergia). La diferencia entre una y otra estriba en que en la alergia hay una reacción del sistema inmunitario del individuo contra el producto y en la intolerancia no. A las personas que, por ejemplo, no pueden tomar leche por una intolerancia a la lactosa les falta un enzima que es necesario para digerir el azúcar de la leche. En la película French Kiss hay una escena en la que se reflejan bien los síntomas de este proceso, cuando el personaje que interpreta Meg Ryan come una buena cantidad de queso francés y empiezan los gases, la hinchazón abdominal y el dolor.
Sin embargo, la alergia a los alimentos ocurre cuando el sistema inmune reacciona frente a una proteína determinada de la comida. La reacción más común es la formación de anticuerpos IgE (inmunoglobulina E).
El proceso es el siguiente: la primera vez que se ingiere el alimento causante de alergia, el organismo produce las IgE específicas contra alguna proteína de ese producto.
La siguiente vez, los anticuerpos reaccionan contra la comida estimulando la fabricación de histamina y otras sustancias químicas (llamadas mediadores) que causan los síntomas de la alergia: urticaria, eccema, angioedemas (se hinchan los labios, los dedos de las manos, de los pies, etcétera), shock (poco frecuente) y dermatitis atópica. En el primer año de vida, no obstante, los síntomas más comunes son diarreas, dolores abdominales y vómitos.
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Por países
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Los alimentos que más alergias provocan en un país son, lógicamente, los que más se consumen. Por ejemplo, en Japón la hipersensibilidad al arroz es la más extendida, y se ha visto que en países como Inglaterra o EEUU, donde hay una importante población india y pakistaní, se detectan más casos de alergia a los productos derivados de la soja llevada por estos inmigrantes.
En Francia, por otra parte, se han encontrado muchos más casos que en España de alergia al apio, seguramente porque aquí esta verdura no se consume tanto.
En nuestro país empiezan a darse más ejemplos de alergia a productos que han entrado hace relativamente poco, como es el caso del kiwi, y, curiosamente, también a ciertos alimentos que están muy arraigados en esta cultura: como el ajo y la cebolla.
La susceptibilidad a uno u otro alimento varía también según la edad. Según el doctor Jaume Botey, jefe del Servicio de Alergología del Hospital Materno Infantil Valle Hebrón de Barcelona, en el primer año de vida, las mayores amenazas suelen centrarse en la leche, los huevos, el pescado y los cereales.
En el segundo, los que causan más problemas son las frutas (sobre todo las rosáceas: melocotón y albaricoque) y los cítricos. En el tercer año de edad, pasan a formar parte de la lista negra el pescado y los frutos secos (cacahuete, avellana, nuez y almendra).
En España, hay poca sensibilización al bacalao porque no se consume demasiado, como ocurre en Portugal. Sin embargo, pueden provocar problemas el pescado blanco (merluza, gallo) y los cefalópodos (calamar, sepia). El marisco (crustáceos y bivalvos) ocupa el tercer puesto dentro de los pescados problemáticos.
«El más importante de todos los productos a la hora de provocar alergias es el cacahuete porque es el que está más enmascarado», ha declarado a EL MUNDO el doctor Botey. «Hay que tener en cuenta que el cacahuete está en todas partes: en aceites, helados, donuts, etcétera».
Según este especialista, la incidencia de hipersensibilidad a los productos citados es estable a lo largo de todo el año. Sólo el melocotón provoca un mayor número de cuadros de alergia cuando llega la temporada.
En 1992, el doctor Botey y su equipo publicaron un estudio de dos casos de reacciones anafilácticas provocadas por la ingestión de una pequeña cantidad de mostaza en dos adolescentes. «La mostaza, una especia utilizada frecuentemente en los ambientes urbanos, puede producir reacciones violentas de hipersensibilidad inmediata, especialmente en personas con historia de polinosis», escriben los autores.
El diagnóstico de esta enfermedad se hizo con pruebas cutáneas con extractos de mostaza, utilizando una prueba llamada prick test, y detectando los IgE específicos para la mostaza. Normalmente, el proceso para identificar una alergia a un alimento es hacer, por un lado, la historia clínica detallada (historia dietética).
Se realiza una exploración clínica para descartar otras patologías orgánicas y se procede a las pruebas cutáneas con el alimento natural crudo. Otro paso es la detección de anticuerpos específicos para los alimentos.
Hoy por hoy, no existe ninguna medicación para prevenir las alergias a los alimentos. Evitarlos de manera estricta es la única forma de impedir la reacción contra ellos.
«La dieta de exclusión es uno de los tratamientos de elección. Es fácil en los niños, en los que si la alergia es a la leche de vaca, por ejemplo, se pueden buscar leches alternativas, como los hidrolizados de seroalbúmina, o de caseína, o de soja», dice el doctor Botey. «Los casos más rebuscados pueden requerir dietas elementales, con fracciones de péptidos. Y, además, existen preparados del cromobricato sódico».
Fármacos como la adrenalina o los histamínicos resultan útiles cuando se produce la reacción.
La duración de estos cuadros a lo largo de la vida también es variable. De acuerdo con los estudios del equipo del doctor Botey, en el primer año de vida la alergia a la leche, por ejemplo, suele ser transitoria, solucionándose a los 18-24 meses. En cambio, la alergia al huevo suele durar 10 o 15 años o toda la vida. La hipersensibilidad a los frutos secos y pescados, por otro lado, también es duradera.
En la mayoría de los casos, la alergia a los alimentos es relativamente inofensiva. Pero en un pequeño porcentaje de individuos estas reacciones pueden desembocar en enfermedades devastadoras o ser fatales y poner en peligro la vida. Los alimentos que provocan las reacciones más fuertes son el pescado, el marisco, la leche, los huevos, las nueces, la mostaza, los hongos y legumbres como la soja.
En EEUU, cada año mueren 50 personas a causa de una reacción anafiláctica a un alimento y muchas personas no salen de casa sin un pequeño botiquín en el que guardan la adrenalina autoinyectable por si les sobreviene esta reacción fatal, en la que, en menos de 15 minutos, pueden aparecer síntomas como hinchazón de los labios y la cara, urticaria, dificultad respiratoria, vómitos, diarrea, calambres, y una caída en la presión arterial. Sin embargo, el Ministerio de Sanidad español todavía no ha comercializado este producto.
«En EEUU, la mayoría de individuos que sufren una reacción alérgica a un alimento está al tanto de su alergia, pero accidentalmente ingieren una comida que contiene un producto derivado al que son hipersensibles», declaró a este diario el doctor Hugh A. Sampson, una de las autoridades en alergia de alimentos del Johns Hopkins Childrens Center en EEUU y autor del libro Alergia a alimentos: Reacciones adversas a las comidas y a los aditivos.
Para evitar los sustos, los expertos recomiendan unos consejos de sentido común:
Si cree que es alérgico a algún alimento, consulte sus sospechas con su médico y no haga experimentos para confirmarlo.
Si ya conoce a qué es alérgico, evite el consumo de los productos que provocan la reacción.
Compruebe los ingredientes que aparecen en la etiqueta (para una persona alérgica a la leche, por ejemplo, se han de evitar ingredientes como crema, lactoalbúmina o caseinato de calcio).
Ponga al corriente a los demás de la situación de la persona afectada (si es un niño, a los profesores, cuidadores, etcétera) y esté siempre en guardia por si sobreviene una reacción grave. Según Sampson muchas muertes de niños y adolescentes alérgicos a un alimento se podrían haber evitado si los padres o los cuidadores hubiesen reconocido la gravedad de los síntomas y hubiesen buscado ayuda médica inmediata.
Por último, cuando salga a comer fuera, es conveniente preguntar por los ingredientes de las comidas.
Si hay alguna duda con respecto a lo que hay en el plato, es aconsejable no comer. Es mejor estar seguro que lamentarlo después.
Reacciones cruzadas
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Si alguien tiene una reacción alérgica a una comida determinada, el médico le aconsejará que evite no sólo ese alimento sino también los que se le parezcan. Por ejemplo, si alguien tiene una historia de alergia a los camarones, las pruebas detectarán que también reacciona frente a la langosta y al cangrejo. Esto es la reacción cruzada.
Otro ejemplo interesante de esto ocurre en las personas que son muy sensibles a una planta llamada ambrosía. Durante la estación de polinización de esta planta, las personas que son alérgicas a esta hierba encuentran que también lo son a los melones. Tratar de comer un melón se convierte en un suplicio. De forma parecida, las personas que tienen alergia al polen de abedul pueden reaccionar también a la piel de las manzanas.
En el estudio de la mostaza de Jaume Botey, jefe del servicio de Alergología del hospital Materno Infantil Valle Hebrón de Barcelona, se vio que las personas alérgicas a este condimeto también daban positivo en las pruebas con pimentón y paprica.
Los adultos normalmente no pierden sus alergias. Los niños, sin embargo, sí. Aunque todo depende del producto. Es más fácil liberarse de una alergia a la leche que a la de los cacahuetes.
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Alergia inducida por el ejercicio
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Hay una situación en la cual se necesita algo más que la ingestión de un producto para que se produzca una reacción alérgica por un alimento: el ejercicio físico. Esta situación recibe el nombre de alergia alimentaria inducida por el ejercicio y se empezó a hablar de ella en 1980.
Las personas que experimentan esta reacción comen un alimento específico -se ha visto que la manzana y el melocotón son dos de los productos que inducen este proceso- poco antes de hacer deporte. A medida que el ejercicio avanza y la temperatura corporal aumenta estos individuos empiezan a sentir picor, mareo, y pronto aparecen algunos de los síntomas más típicos de la alergia, como es la urticaria y la hinchazón. La manera de prevenir este curioso tipo de alergia inducida por el ejercicio es muy simple: consiste en no comer durante las dos horas previas a hacer deporte.